jueves, 20 de febrero de 2014

VERDERÓN COMÚN (Carduelis chloris)

Orden Passeriformes; familia Fringillidae
Longitud: 15 cm
Envergadura: 24,5-27,5 cm

Podría describirse como un “gorrión verde”. Es cabezón, con un pico ancho y fuerte. Destaca su coloración, verde esmeralda, con llamativas manchas amarillas en el hombro, en las plumas remeras de las alas y en la cola . Las hembras  presentan colores más discretos que los machos, pero ambos son muy parecidos. Solamente los jóvenes resultan algo distintos, pues al salir del nido tienen plumaje moteado en las partes inferiores, y el verde de su manto y cabeza es mucho más apagado que el de los adultos. Su coloración se parece a la de verderones serranos, lúganos y verdecillos, aunque el verderón común se reconoce bien por su mayor tamaño y por poseer amplias manchas amarillas en sus alas. Cuando vuela, este detalle resulta útil para distinguirlo de verdecillos, pardillos comunes y jilgueros.

Se extiende por casi toda Europa, aunque se enrarece en el interior y norte de Escandinavia. Además aparece en el norte de África. Parece que está en expansión, no solo hacia el norte, sino también hacia el este, alcanzando en las últimas décadas Israel y Egipto. En España se encuentra en la práctica totalidad de nuestra geografía, incluyendo tanto las islas Canarias y las Baleares como Ceuta y Melilla. Se reconocen varias subespecies, pero solo se aceptan dos para el territorio español: aurantiiventris en la Península, Baleares y Canarias, y vanmarli para el noroeste de España y Portugal.

Desplazamientos

Es una especie migradora parcial. Las poblaciones europeas más norteñas, ubicadas en Rusia y Escandinavia, se desplazan hacia el sur tras el periodo reproductor. También migran poblaciones más meridionales. A la Península llegan, durante el invierno, efectivos procedentes de Bélgica, Alemania, Inglaterra, Holanda, Suiza, etc. A su vez, en el territorio ibérico hay poblaciones sedentarias y migradoras. Unas se quedan; y otras, junto con ejemplares extraibéricos, cruzan a África durante los meses de octubre y noviembre, y regresan entre febrero y abril. También se registran movimientos altitudinales: con la llegada del frío y la consiguiente escasez de alimento, los verderones se concentran en cotas bajas y territorios cálidos.

Población

El Atlas de las aves reproductoras de España (2003) estima la población europea en 10-20 millones de parejas, y la española, en 1,1-3,6 millones. La mayor densidad se registra en ambientes cálidos, dominados por formaciones leñosas perennes mediterráneas. La tendencia es positiva, según los datos del programa SACRE en el año 2005.

Hábitat

El verderón común ocupa un diverso espectro de ambientes y un rango altitudinal muy amplio, desde el nivel del mar hasta los 2.000 metros. Se desenvuelve muy bien en las plantaciones de árboles frutales. También prospera en huertos, parques y jardines, y, en general, en cualquier medio que tenga árboles dispersos. Así, coloniza bosques abiertos de frondosas y de coníferas, linderos conformados por árboles o arbustos altos, etc. En invierno se concentra sobre todo en formaciones arbóreas de climas cálidos: olivares, naranjales, acebuchales, encinares, pinares de pino piñonero, etc. También vagabundea con otras aves granívoras (verdecillos, jilgueros, pardillos) por campos de cultivos herbáceos.

Alimentación

Ingiere un amplísimo número de semillas, que recoge en el suelo o directamente en las plantas. Consume tanto las diminutas semillas de los jaramagos (familia Cruciferae) como los piñones del pino piñonero. También pica la pulpa de frutos carnosos, y en primavera completa la dieta
de sus pollos con insectos.

Reproducción

Cría dos o tres veces al año, de marzo a agosto. No es especialmente territorial, y varias parejas pueden instalar sus nidos muy próximos entre sí. Para construirlos, la especie emplea ramitas muy finas, raíces, pelo, plumas, musgo, líquenes y hierbas. La hembra suele poner de cuatro a seis huevos, pero se dan casos de puestas con entre tres y ocho. La incubación dura 11-15 días, y los pollos vuelan tras superar las dos semanas de vida. En ese momento, el macho suele alimentarlos, mientras la hembra inicia la siguiente puesta.

Amenazas y Conservación

Por su abundancia y capacidad para acoplarse a paisajes humanizados, tanto urbanos como agrarios, no parece una especie amenazada. Sin
embargo, está sufriendo notablemente el uso abusivo de plaguicidas y herbicidas en los olivares y otros cultivos. Asimismo, como otros fringílidos, padece la lacra del trampeo ilegal o consentido, de modo que cada año mueren o son enjaulados miles de ejemplares.


FUENTES:
 http://www.seo.org/ave/1693/